UNA DUPLA IDEAL

Lograr que la conversación entre la arquitectura y el diseño resulte tan fluida y armónica, hasta el punto de convertirse en una sola narrativa, es un hito difícil de alcanzar. El proyecto para este restaurante, de los arquitectos colombianos Lorenzo Botero y Martín Mendoza, es un ejemplo de ello.

Resulta difícil creer que ésta es la primera vez que los arquitectos Lorenzo Botero y Martín Mendoza trabajan juntos, ya que el diseño arquitectónico del primero y el interiorismo del segundo parecen salidos de una sola mente. Así de armonioso y sólido resulta el concepto materializado en el restaurante Ideal, en Bogotá.

Primero fue la arquitectura y el desafío fue grande. La casa de tres pisos donde se ubica el restaurante era sumamente ecléctica, ha padecido múltiples reformas y estaba muy compartimentada. Además, en un principio el proyecto sólo contempló el primer piso; un año después, los dueños compraron los dos pisos superiores. En cierto sentido, dadas las preexistencias del espacio acomodar los servicios esenciales y la cocina, así como las áreas para comensales, fue algo parecido a un juego de tetris. “Fue un reto, pero en arquitectura se trata de hacer trade offs que se solucionan con diseño una vez que se tiene claro el programa” – enfatiza Lorenzo Botero.

Partiendo del brief del cliente, que buscaba un espacio inspirado en la materialidad y geografía desértica del sur de sur de Estados Unidos y de Baja California al norte de México como marco para su cocina Modern American, Botero se ocupó de traducirlo arquitectónicamente, “sin ser literales y aterrizado a la cultura local a través del uso del ladrillo y el pañete, dos materiales muy cotidianos, con texturas diversas que exploramos con profundidad y que nos permitieron también manejar una paleta de color limitada, pero expresiva”.

El trabajo con el ladrillo es sobresaliente. Encargado con medidas específicas a un productor artesanal, se colocó verticalmente “empetacado y sin juntas” para alargar los muros y dotarlos de movimiento. A este ladrillo, que encontramos en paredes, pisos, antepechos y estructuras como la base del lavamanos en los baños y la fantástica chimenea curva del segundo piso, los arquitectos decidieron incrustarle juntas y apliques metálicos, ya fuera entre las hileras de estos o como base de las luminarias que lo baña de luz resaltando su color y textura.

Cuando Martín Mendoza se incorporó al proyecto para desarrollar el interiorismo entendió “que el proyecto era muy arquitectónico y no quise sobreponer cosas que fueran innecesarias. Supe que el interiorismo tenía que trabajar en favor de la arquitectura y del concepto; de ahí también la paleta de color y los materiales naturales maderas, fibras vegetales, terracota, cuero, yute y linos y para contrastar están los detalles en bronce y cobre”. Así, al apreciar el carácter contundente del baño, decidió poner un gran espejo que ocupa toda la pared duplicando el espacio y refleja las puertas de madera que también siguen un programa vertical en medio de la iluminación atmosférica diseñada por Lorenzo que se asoma entre las vigas del techo.

De esta manera Martín fue vistiendo los distintos espacios desde la unidad conceptual, pero también resaltando las características de cada lugar con piezas de diseño colombiano como mesas de Carmworks y 902 Showroom (en materiales tan inusuales como la terracota), el arte textil de Vanessa Valero, lámparas de su marca mm&co y otras desarrolladas en colaboración con La Bestial, así como sillas y bancas de madera con Vrokka.

Para ambos arquitectos la propuesta estaría incompleta sin la presencia de vegetación, así que inspirados por la que se encuentra en Villa de Leyva, optaron por llevar olivos a la terraza, además de lavanda, romero, pasto salvaje y otras plantas inusuales en un restaurante en Bogotá.

La sala del segundo piso es el tour de force de la dupla. “Por tratarse de un espacio cuadrado de techo bajo resultó un gran reto dice Martín Mendoza pues no queríamos que se sintiera como un salón comunal. Necesitábamos un punto focal, pero no había espacio”. “Entonces continúa Lorenzo Botero la solución fue crear subespacialidades. Se diseñó el botellero que se descuelga en dos curvas desde el techo y divide el espacio en tres zonas más” que se crearon con la imponente chimenea que se ondula sobre la pared lateral y brilla con sus apliques de cobre, la disposición en ele de los asientos bajo la ventanería de madera que abraza el espacio y una salita al fondo. Para completar esta atmósfera íntima y sofisticada, Martín decidió usar mobiliario bajo y una decoración sobria y medida: una pieza de madera orgánica en la chimenea, una lámpara de mimbre, spots de cobre y un lienzo de lino de estética casi impresionista.

Este proyecto respira armonía y contundencia. Ante la imposibilidad espacial de crear un punto focal, la dupla creo varios e inolvidables el bar con su fondo en cobre en el patio bañado por la luz natural, el olivo en la mitad de la terraza, la salita íntima entre circulaciones y el acogedor salón del segundo piso que crean experiencias distintas conforme se transita o se disfruta de la comida en un espacio u otro. Aquí, la arquitectura de Lorenzo Botero y el interiorismo de Martín Mendoza hablan un mismo idioma.

BOGOTÁ, 2022
Cliente: Grupo Smile
Arquitectura Interior: Lorenzo Botero Arquitectos
Diseño Interior: Lorenzo Botero Arquitectos + MM&Co
Construcción: Julián Valderrama
Palabras y Fotografía: Mónica Barreneche
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