Queda literalmente en el tercer piso del restaurante Ideal, aunque pertenece al mismo grupo y está diseñado por el mismo equipo, su concepto y materialización son completamente diferentes.

“Lo único que teníamos claro era que queríamos un restaurante adulto. Un lugar que te trasportara al concepto del bar americano”, comenta María Camila de Francisco del Grupo Smile.  Un concepto que, el arquitecto colombiano Lorenzo Botero y su equipo, se tomaron muy en serio. Durante meses estudiaron a profundidad la significancia del bar clásico americano y todos sus componentes para luego interpretarlo en lo contemporáneo dentro de una espacialidad singular y compartimentada.

Desde su entrada estrecha e intrigante se siente acogedor, fino y actual. Es un lugar relativamente pequeño, pero de la misma forma se vive como algo amplio al contar con varios ambientes que invitan a lo íntimo, a la conversación cercana.

 Independiente de sus cinco metros libres de altura, la arquitectura interior en madera negra quemada, los espejos envejecidos, la madera redondeada y los linos colgantes lo envuelven a uno. “No queríamos replicar la idea de un lugar escenográfico antiguo, si no darle un carácter que representara los elementos esenciales del concepto, pero de manera más actual”, añade Botero.

Da igual si lo que se busca es un momento en soledad y desconexión a ritmo de jazz, finger food, hamburguesa con frites, tragos clásicos o coctelería fina, sentado en una de las poltronas tapizadas en textil crema y verde ajedrezado, con las mesas individuales redondas en mármol marrón emperador propuestas —como todo el interiorismo—  por el arquitecto Martín Mendoza, o, una reunión en la sala grupal con la poltrona vaivén de Jaime Gutiérrez Lega editada por Folies y la butaca metate en acero de Tu Taller Design, la propuesta experiencial de este bistró americano tiene lugar para espacios y momentos diferentes.

“Este tipo de espacios surgen en una época en donde el concepto de escapar de la rutina y desconectarse del trabajo o de la vida domestica era algo nuevo. Entonces generalmente eran espacios clandestinos y de formatos pequeños”, comenta Lorenzo. Este es el efecto que crea el entrar a Tercer Piso.

Su ingreso es oculto, estrecho y misterioso. Tras subir las escalas de esta caja en madera completamente negra se van descubriendo sus diferentes momentos espaciales marcados por ritmos elementales; el techo a dos aguas es de tal altura que se necesitó de entrepaños escalados y vestidos en madera iluminada tenuemente para que, lejos de vivirse como algo frio y minimalista, se sienta como un espacio completamente acogedor.

"Durante el proceso de diseño, comenzamos desde lo más alto y descendimos. La resolución de las inclinaciones del cielo raso guio nuestra dirección para el resto del proyecto", explica el arquitecto. El techo, que asume un papel protagónico, está construido en madera clara con cortinas de lino suspendidas. A partir de allí, el revestimiento de los muros es de travertino con espejos dispuestos en una cuadrícula, mientras que el piso de zapan envejecido completa este recorrido de manera cohesiva.

La sensación que buscaron recrear es la de un espacio que te acoge tanto que no quieres salir de él y te haga olvidar todo lo que sucede afuera. A pesar de no contar con vistas hacia el exterior, desde la proyección espacial y material, el diseño de iluminación, la elección de mobiliario y la oferta gastronómica y la musical, este lugar ofrece la posibilidad de estar solo en compañía o perfectamente acompañado. ¡Todo cabe dentro!